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lunes, 25 de noviembre de 2013

Por algo se empieza


La reacción popular luego del descarado blindaje del Senador Víctor Bogado, apañado por sus colegas para evitar el desafuero, fue una de las más intensas y comentadas a nivel nacional e internacional tanto por los medios de prensa com por redes sociales hasta este momento.

Fue un claro grito de reclamo de derechos violados y pisoteados de un pueblo cansado de tanta corrupción e impunidad por parte de sus gobernantes.

Lo bello de la democracia y la libertad de expresión es que uno puede hacerse sentir como masa de manera tal que pueda ser capaz de hacer temblar los cimientos del poder enarcado de legislar, torcido voluntades.

Sin embargo, he caminado también entre opiniones de personas que afirman estar indignadas con la indignación del pueblo, alegando hipocresía por parte de los manifestantes, además del montaje de un show mediático de detractores, reclamando que el pueblo había callado cientos de anteriores actos desvergonzados de otros gobernantes en otros gobiernos.

Su punto de razón, por supuesto que lo tiene. Pero si echamos una mirada a la historia, nos damos cuenta de que los grandes cambios, frutos de las grandes revoluciones, se dan luego de que la sociedad ha tocado fondo.

No fue sino hasta darse cuenta de que el petróleo es un recurso natural no renovable, que está llegando a sus últimas reservas, que la humanidad empezó a buscar medidas alternativas de combustión. No fue sino hasta darnos cuenta de que sin agua no podemos vivir, que empezamos a concienciar acerca de su uso. Si no supiéramos que el oxígeno disminuye y la temperatura del planeta aumenta porque ya no hay árboles, no nos preocuparíamos por la reforestación.

Así también, el grito exasperado de indignación fue fruto de la acumulación de tantas acciones y hechos pasados de descaro que como sociedad tuvimos que soportar por parte de personas que se pensaban intocables por las posiciones que ostentaban.

No fue una manifestación popular por un hecho específico. Eso sólo fue el detonante, la gota que colmó el vaso. Fue una manifestación por la suma de todas las ocasiones en las que como pueblo fuimos sometidos. Fue una demostración de que el pueblo sólo duerme hasta que se lo despierta.

Tuvimos que tocar fondo para reaccionar, si. Pero por algo se empieza.

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