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lunes, 16 de diciembre de 2013

Viajando con tecnología

          Si bien siempre me impresionaron de sobremanera los aviones, por todo el trabajo de ingeniería que representa poner semejantes toneladas de hierro en el aire, no fue sino hasta abordar el vuelo de Dubai con destino a Seúl que tuve esa orgásmica sensación de estar sentado en un pedazo de tecnología hecho por el hombre.
            El Airbus A380 de Fly Emirates es un avión de doble cubierta, (o sea el famoso de dos pisos), y cuatro turbinas del tamaño de tanques industriales de agua. Actualmente es el avión de pasajeros más grande del mundo, diseñado para destronar el monopolio del Boeing. Muchos aeropuertos han tenido que modificar sus instalaciones para que tamaño coloso pueda transitar por ellos. Posee una autonomía de 15.700 kilómetros a una velocidad promedio de 1.020Km/h.


          Proveyendo lugares para 525 almas, en las clásicas categorías de Económica, Negocios y Primera clase, los más privilegiados tienen la oportunidad de viajar en suites particulares a puertas cerradas, tipo habitaciones de hotel, con todas las comodidades que esto conlleva, de manera a brindar al pasajero la privacidad que se merece. Además de poseer su propio Spa y ofrecer la posibilidad de tomar una relajante ducha durante el vuelo.

          Esto sumado a una atención de primera y la oportunidad de escoger las diferentes comidas a través de un menú personalizado. Ofrece la posibilidad de realizar llamadas telefónicas satelitales a cualquier parte del mundo, así como servicio de Wifi durante el vuelo. Todo esto, sin pasar por alto los más pequeños detalles de estética, como por ejemplo la ilusión de estar mirando un cielo estrellado cuando se apagan las luces, gracias a miles de diminutos leds ubicados estratégicamente a lo largo de todo el techo.

          El anochecer dio paso a un amanecer vacilante que nos brindaba un espectáculo de colores cuando el sol anunciaba su inminente salida. Y cuál fue mi sorpresa al descubrir que los primeros rayos estaban iluminando nada menos que la cordillera del Himalaya, incluido el monte Everest.

          Todo esto para finalizar con un suave aterrizaje en la pista del aeropuerto de Seúl.

          Definitivamente uno de los vuelos más emocionantes que tuve hasta ahora.





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